ADVERTENCIA: Esta entrada versará sobre la situación política de este país nuestro y la he concebido como un desahogo. Si no os apetece leer sobre el tema, pasadla por alto. Advertidos estáis (no se admiten devoluciones).
Bien. Dejad que os plantee una pregunta: ¿qué se puede hacer en León que no puede hacerse en Madrid, aparte de visitar la catedral, tomarte unas tapas por un precio irrisorio y levantarte cuarenta y cinco minutos antes para llegar a tu trabajo y que te sobren cinco para tomarte un café de la máquina?
En una concentración celebrada en Madrid y organizada por el Foro de Ermua y las Juventudes del PP, un periodista fue increpado por llevar bajo el brazo un ejemplar de El País. En eso pensaba esta mañana mientras entraba en el kiosko donde los viernes suelo comprarme ese mismo periódico. Con un gesto mecánico me lo metí en el bolso y salí a la calle. Tras caminar unos doscientos metros, decidí sacarlo y doblarlo de modo que se leyese con toda claridad la cabecera. Por supuesto, sólo me crucé con estudiantes que se dirigían hacia la universidad, con esa sonrisa tonta que les dibuja la cercanía del fin de semana y que me ignoraron a mí y a mi periódico.
Ayer por la noche estaba a las dos menos diez en la cama, calentita bajo las mantas, respirando con la barriga (según el Tai Chi, el ombligo es un centro de energía) y con mi vela blanca encendida para ver si conseguía relajarme y dormir. Fuera gritaban unos adolescentes (y no tan adolescentes) embrutecidos por el alcohol y las hormonas, así que decidí ponerme los cascos y escuchar ese programa de radio en que la gente comparte sus miserias y su angustia vital. Me vino bien, mis músculos se abandonaron a la laxitud y sentía aproximarse a Mr. Sandman cuando sonó la sintonía de las noticias. En una concentración del PP en... (ni lo recuerdo), unas señoras gritaban: "¡Zapateeeeero, vete con tu abueeeeelo!" (me llamó la atención la longitud de las "e"s); una mujer (gallega, por el acento), aseguraba: "Esto se ha acabado. No se puede permitir que esto siga".
Bien, bien. Creo que el PSOE se ha equivocado en varias ocasiones. Creo que si el partido en el poder mantiene diálogos con un grupo terrorista (sea este el PSOE o lo lidere el nunca bien ponderado señor Aznar, que tuvo el detalle de referirse a dicho grupo, no lo olvidemos, como "Movimiento de Liberación del Pueblo Vasco"), la ciudadanía debería tener conocimiento de la evolución de dicho diálogo. Ahora bien. Creo que la estrategia de tratar de explotar este hecho y lanzar consignar como "Zapatero negocia con ETA y quiere ceder Navarra a los asesinos" (¿habrá licenciados en Derecho entre las filas del PP? Porque, si los hubiera, sin duda no ignorarían el hecho de que Navarra se rige por un fuero sancionado por la Constitución, según el cual toda decisión que afecte al pueblo navarro ha de ser sometida a referéndum. En fin, ¿acaso importa, si con la, no voy a utilizar la palabra mentira, qué desconsiderado por mi parte, con la... Digamos "versión alternativa de los hechos" consiguen movilizar a la población?) tiene un nombre: demagogia.
Bien, bien, bien. Según Zaplana, y cito palabras textuales, "España no resistirá dos mandatos de Zapatero". Zaplana sabe lo que es mejor para los españoles. Los "españoles decentes" (Rajoy
dixit) son los que acuden a las manifestaciones contra la política del PSOE y comulgan con la ideología del PP. Yo soy, aplicando las elementales leyes de la lógica, una apátrida indecente. Todavía no ha trascendido apenas nada del programa electoral para las elecciones del 2008. Sólo sabemos que Rajoy ha prometido enmendar los errores de esta legislatura (espero que de aquí al 2008 nos especifique qué errores, por si me afectan o no).
Bien, bien, bien, bien. Yo no voté al PP en las elecciones del 2000. No obstante, dado que comprendo el funcionamiento del sistema democrático, acepté la decisión de la mayoría y al señor Aznar como mi presidente. Desde que el día 15 de marzo del 2004 escuché en un programa de radio a una señora lamentando el resultado de las elecciones y solicitando a las autoridades la anulación del mismo, me di cuenta de que, en estos treinta años de democracia, no todo el mundo "lo ha pillado". En resumen, aunque prefiramos ignorarlo, existen sectores en la derecha española que razonan del siguiente modo: "Aceptaré el sistema democrático siempre que me aúpe al poder y me mantenga allí; en el momento en que la mayoría decida que no debo seguir en él, el sistema habrá dejado de funcionar, tacharé de ilegítima la victoria del partido que gane las elecciones, lanzaré insidiosas acusaciones en contra del mismo y, si está en mi mano, bloquearé toda proposición que provenga de los usurpadores". En estos sectores incluyo a las personas que han sacado a airear la apolillada bandera preconstitucional y a gritar "¡Viva España" con lágrimas en los ojos, mientras se sienten inundados por recuerdos imborrables de tiempos pasados (demostraciones que, qué curioso, todavía no han sido comentadas por ningún político del PP). Por suerte, en el PP militan también personas como Gallardón, inteligentes y progresistas; por desgracia, su moderada oposición a las líneas de actuación de su partido los suele convertir en parias.
Bien, bien, bien, bien, BIEN. Un obispo no debería opinar sobre política haciendo valer su cargo, y mucho menos presentar notas de prensa en comandita con otros obispos, sobre todo dada la historia reciente de este país. Puedo comprender que algunos jerarcas de la Iglesia echen con nostalgia la vista atrás. Me preocupa, sin embargo, que traten de meter baza en cuestiones como la experimentación con células madre o el matrimonio homosexual, que nos competen en tanto que ciudadanos del Estado español y no como celosos miembros de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
(Suspiro). Ahí queda eso. Acabo de adelgazar dos kilos de pura mala leche. Espero no haber herido vuestra sensibilidad. No hace falta que contestéis.