Thursday, June 25, 2009

En el cuarto de baño

De pequeña había descubierto que, cuando abría el estrecho armario del baño, se reflejaba a la vez en el espejo que había sobre el lavabo y en el de la parte de arriba del armario, y así aparecían, multiplicadas hasta el infinito, versiones cada vez más pequeñas de sí misma. Las mañanas de colegio perdía un tiempo precioso haciendo muecas y sonriendo frente al espejo, forzando la vista para distinguir a todas y cada una de sus dobles (¿múltiples?), hasta que su hermano, o su madre, golpeaban impacientes la puerta.

Dejó de hacerlo el día que la niña del último reflejo perceptible, apenas una mancha con sus ojos y sus rizos, movió los brazos desesperada para reclamar en exclusiva su atención.




(Sí, SnakeWoman y MacheteMan -¡qué curioso ver los dos nombres así escritos!-, faltan el carrusel timburtoniano, una niña sin ojos y adultos traumatizados que mueren en rápida sucesión. Lo he intentado, pero parece que los tópicos no me inspiran).

Tuesday, June 09, 2009

Dos mini-anécdotas (My so called life, XCVIII)

Anécdota 1. En una ponencia/charla sobre Bernardino de Sahagún (a estas alturas y si me habéis tratado un mínimo los últimos cuatro años, deberíais de saber de quién se trata; aun así: monje leonés que se dedicó a tratar de demostrar a los nativos lo equivocados que estaban en sus planteamientos vitales y llegó a una serie de conclusiones bastante inquietantes-para quienes la defendían- sobre la conquista de México), un catedrático de historia de la universidad, sentado a menos de metro y medio de donde yo me encontraba, divaga en voz alta durante unos minutos. Os resumo:
- Por supuesto, el shock cultural que supuso la conquista lo sintieron aún más porque no encontraron un autor nativo que pusiese voz a su desconcierto y sus sufrimientos. De ahí que, a la hora de tratar de recuperar la voz de sus antepasados aztecas sin la contaminación hispánica, los independentistas mexicanos del siglo XIX se vieran en la necesidad de recurrir a los monjes españoles que se ocuparon de registrar el pasado de los pueblos conquistados. Qué ironía.
Mientras la ponente hace el comentario pertinente, el catedrático sonríe satisfecho y yo me indigno para mis adentros. "¿Pero de qué está hablando? De acuerdo, no surgió ningún "autor" en el sentido europeo del término, pero existía una riquísima tradición oral que se convirtió en el vehículo de los pueblos que ocupaban el antiguo México para tratar de dar sentido a lo que estaba ocurriendo. Si no se conservan los nombres es porque en la literatura oral los creadores son hasta cierto punto secundarios. ¿Habrá leído el tipo este la "Visión de los Vencidos", que recoge precisamente estas composiciones?"
- ¿Te encuentras bien?
- ¿Qué?
- Llevas un rato mirándome fijamente y bizqueando.
- Ahestoehm... No, no, estaba pensando en otra cosa y tenía la vista perdida ("Ufufuf...").


Anécdota 2. Madre e hija camino de la estación de autobuses.
- ¿Has cogido el abrigo?
- Sí.
- Qué asco de tiempo. Llegarás y se pondrá a llover.
- Bueh.
- Llévate mi paraguas. Tengo varios.
- Lo sé, y está bien que reafirmes tu feminidad, mamá.
Mirada materna de incredulidad/indignación/pena que podría traducirse como "¿De verdad, de verdad, de verdad te hemos pagado dos carreras?".