Una mina para los antropólogos culturales. Os recomiendo la página http://www.snopes.com/, en la que podéis comprobar cómo las leyendas urbanas (traducción que no termina de convencerme, ¿alguna alternativa? ¿Alguien?) no respetan lenguas ni fronteras, transformándose con los siglos para abrazar con naturalidad la tecnología imperante en el momento en que resurgen. Donde se leía "muchacha perdida", ahora aparece "autoestopista"; si antes buscaba un asiento en la diligencia, en las carreteras actuales su aspecto desamparado despierta la simpatía de un conductor solitario. Contadme una (porque aún no la habéis olvidado, porque os hizo reír, porque es la última que habéis oído, por lo que sea). Yo he escogido esta porque la persona de cuyos labios la escuché me juró que le había ocurrido a una conocida suya, y porque, dado que la inmensa mayoría de la población desconocemos los hábitos y costumbres de su protagonista, tiene un aura inquietante de veracidad.
Consulta del veterinario, blanca y fría. Pósters de perros y gatos donados por compañías farmacéuticas. En el ambiente se mezclan los olores que el desinfectante trata de eliminar y el olor del desinfectante mismo. La chica saca la serpiente de la bolsa de deporte. Mide, calcula a ojo el veterinario, un metro veinte y parece encontrarse en perfecto estado. Sonríe con simpatía ante el gesto de preocupación de la chica.
- ¿Qué le pasa?
- La verdad, no lo sé. Hasta hace un par de semanas era muy sociable. En cuanto llegaba a casa y la sacaba del terrario, se me enroscaba. Comía ratones.
- ¿Y?
- Dejó de comer hace unos quince días. Cuando la saco del terrario, se desliza por el salón hasta el sofá, donde me echo a ver la televisión. Entonces se pone a mi lado y se estira cuan larga es. ¿Cree...? ¿Cree que puede tener, no sé, parásitos intestinales?
Algo ha cambiado en la sonrisa del veterinario. Un matiz que a la chica no se le ha escapado y que le resulta desagradable.
- Te está midiendo.
El veterinario reprime un suspiro ante el gesto de incomprensión de la dueña, que acaricia distraídamente a su mascota.
- Te está midiendo. Por eso ha dejado de comer. En cuanto crezca más que tú...
El veterinario, entre divertido e impaciente, se frota la barriga. Los dedos de la chica se crispan sobre la piel fría de la serpiente.
2 years ago