Logró quedar con ella tras muchas excusas y citas canceladas. Apagó el móvil, la obligó a hacer lo mismo, captó el ligero temblor de sus manos nerviosas, puso una cafetera al fuego y sacó dos tacitas desportilladas. Se sentó frente a ella y la miró largamente, más de un minuto.
- ¿Vas a contarme cuál es el problema?
Como buena gallega, le respondió con otra pregunta.
- ¿De cuántas horas dispones?
2 years ago
3 comments:
Respuesta: tengo toda la vida por delante, para que me cuentes... =)
Una cosa curiosa es que la mía mamma, para ser del sureste, es 3.000% gallega. Jamás te responderá a lo que le preguntas, ni al primer, ni al segundo, ni al tercer intento... y aunque la insistas en preguntar, no suele ceder ni al cuarto, ni al quinto... y eso cuando no te lleva a un terreno totalmente distinto y surrealista... la de momentos canela-veneno que me ha dado antes de conseguir un simple "sí/no" por respuesta...
Haha. That's sweet.
Es fácil verme como la persona que necesita hablar pero también me identifico con la persona que se dispone a escuchar, aunque suene a Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Verbalizar ayuda -y mucho- pero escuchar te ofrece una oportunidad de reconocerte y reconciliarte contigo misma.
Your mum sounds brilliant :)
My mum... is my mum... and is a mum... (ahhh suhspirohs)
Pues sí, de acuerdo con lo de escuchar... y aunque pienses lo contrario ¡yo te veo más como escuchanta que como verbalizanta! =)
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