Tritítulo. El nexo entre ellos, la poesía en diversas manifestaciones. M., que me conoce tan bien que a veces me asusta, me recordaba hace unos días mi amor por la poesía, con la que, pese a mi devoción por la narrativa, he desarrollado una relación malsana (cada cierto tiempo me la llevo a un motel barato donde consumamos de forma pasional nuestro amor; la dejo durmiendo mientras me escabullo en silencio, enciendo un cigarrillo metafórico y me hago la vana promesa de que la próxima vez no tardaré tanto en llamarla). En los largos periodos alejada de ella, sin embargo, pequeños detalles me recuerdan a menudo su ausencia y despiertan la añoranza.
Spooky
L. y yo, en un momento de intimidad en una de las cenas para celebrar "no-encuentros" que ocupan nuestras agendas estos días. Mediums de tres al cuarto, conjuramos en nuestra conversación a los poetas de la generación del 27, que se sientan en silencio a nuestro lado. Le confieso que lloré con un poema de Miguel Hernández sobre el recuerdo de una mañana de Reyes en que se despertó con la esperanza de que le hubieran dejado un regalo y solo encuentró sus abarcas vacías. A L., mucho menos materialista que yo, le conmueve el "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía". Cruzan mi mente imágenes borrosas de un torero. Rompe el encanto la llegada de la comida y nos unimos a la charla del resto.
Lunes, tal vez martes. Han pasado varios días y la conversación con L. ha quedado relegada a ese lugar de mi mente en que se almacenan los recuerdos antes de desaparecer por completo. Acabo de vestirme (disfruto del olor de la ropa limpia sobre el cuerpo recién duchado por la mañana), el agua está a punto de romper a hervir en la cápsula de metal de la cafetera. Estiro con un solo gesto las sábanas. La radio me acompaña. No le presto demasiada atención, aunque me llegan palabras sueltas sobre escritores y libros. Termino de hacer la cama y me dirijo a la puerta cuando la voz grave de una mujer mayor me detiene en seco.
ALMA AUSENTE
No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.
No te conoce el lomo de la piedra,
ni el rasgo negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.
El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque tú has muerto para siempre.
Porque, tú has muerto para siempre
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.
No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.
Escucho hasta el final con un nudo en la garganta (el café hierve, pero no me importa). Con cada estrofa mi corazón se ha ido encogiendo. La mujer ha leído con la entonación perdida de décadas atrás. Con esa voz y ese dominio esta mujer habría salvado sin problemas el abismo, con tanta frecuencia insondable, de la traducción (a mi filóloga interior la emoción nunca la embarga). El locutor comenta que se trata de una vieja grabación del Cuarto Canto de "Llanto por la Muerte de Ignacio Sánchez Mejía", leído por Margarita Xirgú, actriz, intelectual exiliada, e íntima amiga de Federico García Lorca.
¿Una imagen atávica?
Los seres que reptan sobrellevan una carga ambigua.
Abundan en el Génesis, bajo su aparente simplicidad de hermoso cuento cosmogónico, las imágenes complejas que encubren luchas descarnadas por el poder. En el momento aproximado de composición del primer libro de la Biblia, el pueblo de Israel luchaba por la supervivencia en un entorno hostil, rivalizando con sociedades más sofisticadas y poderosas, que adoraban a la serpiente como símbolo de fecundidad. Bajo este prisma, el hecho de que el Diablo se encarne en una serpiente dista de ser casual : ¿por qué no el Armadillo Maldito, el Hámster que Traerá la Condenación Eterna, o las Oscuras Legiones Infernales del Conejito Blanco? Bromas aparte, las serpientes han sido perseguidas por el hombre como encarnaciones del mal o celebradas porque su cimbreante movimiento las relacionaba con la sexualidad humana (y por tanto, con la fertilidad).
En el caso de la comunidad chicana (estadounidenses de ascendencia mexicana), la relación con la serpiente es especialmente escabrosa. Porque son católicos, les provoca una profunda aversión; porque aspiran a recuperar la herencia azteca precortesiana, y en la cultura azteca la serpiente era un animal sagrado, la reclaman como símbolo de identidad.
La poesía te conecta con otros hombres y mujeres, te habla de experiencias vitales comunes a un nivel que nunca podrás alcanzar si te limitas a la novela y el ensayo. Leyendo un artículo sobre el proceso de empowerment (lo siento, me niego a traducirlo como "empoderamiento") de la mujer chicana, encontré un poema de Pat Mora en que habla de las mujeres serpiente. Y, en lugar de limitarme al contexto, recordé a una de ellas, una que no es chicana ni vive en los EEUU, pero que podría sentirse identificada con una de esas snake women que se niegan a mantener su bífida lengua quieta.
"Malinche's tips: Pique from Mexico's Mother"
My reputación
precedes me. I come
from a long line of women
much maligned,
hija de Eva,
tempting tongue,
sweet juice of
words, plural hiss
of languagessss
...
Women. Snakes.
Snakes and tongues. Snake-haired
women. Loose-haired women. Loose-tongued
women. Open-mouthed women. Open
women. Whores. Mothersssss.
Virgin mothers.
Women of closed
uterus. Women
of closed mouths. Women
of covered hair. Women
of cloaked
bodies. Women
who crush
víboras. Women
who crush their own tongues.
Silent women.
Altared women.
Tip 4: Alter
the altared women.
I became bilingual,
learned to roll
palabras in my mouth
just to taste them,
chew, swallow,
fruta dulce
(en
Agua, Pat Mora).
Canción de insomnio.
Hay cientos de canciones de cuna, pero ayer a las dos de la oscura mañana (oxímoron), mientras daba vueltas a mi cama diez veces deshecha, sonaba en mi cabeza (todos sufrimos del mismo mal... Lo que supuestamente nos hace diferentes muchas veces nos hermana) una letra acompañada de una guitarra solitaria. No alcanza ni de lejos la calidad literaria de los ejemplos anteriores, pero describía a la perfección mi estado de ánimo. Por eso la incluyo a modo de conclusión.
Overkill (Colin Hay)
I can't get to sleep
I think about the implications
Of diving in too deep
And possibly the complications
Especially at night
I worry over situations
I know (it) will be alright
Perahaps it's just my imagination
Day after day it reappears
Night after night my heartbeat, shows the fear
Ghosts appear and fade away
Alone between the sheets
Only brings exasperation
It's time to walk the streets
Smell the desperation
At least there's pretty lights
And though there's little variation
It nullifies the night
From overkill
Day after day it reappears
Night after night my heartbeat, shows the fear
Ghosts appear and fade away
Buenas noches o buena siesta.